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La música: Un confidente silencioso

Muchos consideran que la música es un medio de expresión con el que nos podemos identificar, pero, ¿se podría considerar como nuestro mejor refugio?


Constantemente escuchamos de nuestros mayores frases como “los jóvenes ya no son cómo antes” “Se ha ido perdiendo la devoción” “Han olvidado sus tradiciones”, y muy seguramente están en lo cierto, porque no solo nuestra actitud es diferente, sino también nuestro ambiente, nuestro capital cultural e incluso la vida en general.


Según el sociólogo Pierre Bourdieu, entendemos por capital cultural todos aquellos “legados” o “tradiciones” que hemos heredado o aprendido de nuestro entorno e influyen, valga la redundancia, en nuestra cultura y por ende la forma de ser o de pensar individual o comunitaria. La música, como parte de este capital cultural, repercute considerablemente en nuestras costumbres y emociones incluso cuando no lo percibimos.

Producto de la globalización radical que hemos tenido en las últimas décadas, tenemos acceso a contenidos notoriamente surtidos, y a su vez con una difusión mucho más rápida de tendencias que casi parecen querer homogeneizarnos.

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Según la universidad de Palermo “la música llega a la memoria genérica, que son los puntos más estables del ser humano pero que son modificables”, por lo que esta interviene en el concepto ético y los valores de las persona.


Investigadores de la Universidad de Helsinki, en Finlandia, concluyeron que la población adolescente es la más voluble ante este tipo de influencias, pues presentan un comportamiento más impulsivo y curioso ante la vida.


Partiendo de allí, podríamos ramificar la música en los jóvenes cómo medio de expresión, de ocio y socialización.



Cómo ocio, podríamos entender la música cómo una manera de ocupar el tiempo libre de manera creativa, como socialización en tanto una pista o canción puede transmitir ideas o emociones (a veces demasiadas) en unos pocos minutos, y cómo medio de expresión de modo en que tiene la capacidad de hacer que las personas se conecten e identifiquen con los mensajes transmitidos, y así como pueden encontrar consuelo o motivación en estos, existen ideas negativas que pueden afectar al receptor.


Es importante conocer y regular el tipo de contenidos a los que nos exponemos, sobre todo en edades o momento


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